El principio 5 de la Declaración de Estocolmo (1972) dice: "Los recursos no renovables de la Tierra deben emplearse de forma que se evite el peligro de su futuro agotamiento y se asegure que toda la Humanidad comparta los beneficios de tal empleo.
Sin embargo, este principio no se aplica a cabalidad en los países que firmaron la declaración pues los recursos se siguen derrochando sin conciencia ambiental. Un ejemplo de ello es el agua potable que cada día se utilizan magnitudes exageradas de este recurso de forma inconsciente.
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